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Martial Arts

ACTITUD EN LAS ARTES MARCIALES

Actitud en la Artes Marciales


El libro de los cinco anillos es uno de los textos más importantes sobre el combate y la estrategia que hayan surgido de la cultura guerrera japonesa. Fue escrito por Miyamoto Musashi en 1643, originalmente estaba dirigido a sentar las bases de su escuela pero el libro sirvió para simbolizar y metaforizar procesos de lucha y maestría en diversos ámbitos de la vida. 

Musashi nos trasmite el fruto de su experiencia ya que sobrevivió a más de setenta duelos a muerte. Samurai sin señor, guerrero independiente y finalmente maestro de artes marciales nos brinda un modelo de milenaria sabiduría oriental. En algún momento puede parecer obvio para el jugador, pero todos sabemos que en las situaciones críticas debemos aferrarnos a pocas y breves palabras que nos brinden un marco de seguridad y orientación en los pasos que debemos dar, estos párrafos nos facilitan una brújula, el viaje, como siempre, depende de los navegantes.

 
    La actitud del espíritu en las artes marciales. 

En la ciencia de las artes marciales, el estado de espíritu debe seguir siendo el mismo que en la vida cotidiana; lo mismo que cuando practicáis las artes marciales, no permitáis que haya ningún cambio; con el espíritu abierto y directo, ni tenso ni demasiado relajado, manteniendo la mente centrada de forma que no haya desequilibrio, relajad tranquilamente vuestra mente y saboread totalmente ese momento de tranquilidad, de forma que la relajación no se detenga ni siquiera un instante. 

Aunque estéis tranquilos, vuestro espíritu estará alerta, aunque estéis apremiados, vuestro espíritu no estará apremiado. La mente no es arrastrada por el cuerpo, y el cuerpo no es arrastrado por la mente. Poned atención a la mente, no al cuerpo. No permitáis que haya insuficiencia ni exceso en vuestra mente. Aunque superficialmente tengáis el ánimo débil permaneced fuertes por dentro y no dejéis que otros vean vuestra mente. 

Dejad vuestro espíritu despejado y abierto, poniendo vuestro intelecto en un vasto plano. Es esencial pulir diligentemente el espíritu y el intelecto. Una vez que hayáis utilizado vuestro intelecto hasta el punto en que podéis distinguir lo que es verdad y lo que no lo es en el mundo, en el que podéis decir lo que es bueno y lo que es malo, y cuando hayáis experimentado varios dominios y ya no podéis ser engañados en absoluto por la gente, vuestro espíritu habrá quedado imbuido del conocimiento y de la sabiduría del arte de la guerra.

Existe algo especial sobre el conocimiento del arte de la guerra. Es imprescindible dominar los principios del arte de la guerra y aprender a permanecer con un espíritu inmutable incluso cuando estáis en el corazón de la batalla.

Cuando Musashi se refiere a un uso del intelecto capaz de distinguir la verdad, experimentar varios dominios y a no poder ser engañado por la gente, se refiere a la práctica Zen que permite un dominio mental y emocional que nosotros denominamos la experiencia de haber vencido al rival interior.

Incluiremos también la actitud física y el enfoque de los ojos ya que nos permitirán captar y descubrir la mentalidad del guerrero. 


 



Actitud física en las artes marciales

En lo que respecta a la apariencia física, el rostro no debe mirar nunca hacia abajo, hacia arriba ni ladearse. Vuestra mirada debe ser fija. No arruguéis la frente, pero formad un surco entre las cejas. Mantened inmóviles los ojos e intentad no parpadear. Cerrad ligeramente los ojos. Tratad de mantener una expresión serena en el rostro, con la nariz recta y la barbilla ligeramente adelantada. 

La parte posterior del cuello debe permanecer recta, debe centrarse la fuerza en la nuca. Sintiendo todo el cuerpo desde los hombros hacia abajo como una unidad, bajad los hombros, mantened la columna vertebral recta y no sentéis las nalgas. Concentrad el poder en las partes inferiores de las piernas desde las rodillas hasta la punta de los dedos de los pies. Tensad el abdomen de forma que el pecho no se hunda.

Hablando en términos generales, es esencial hacer que vuestro porte general sea el porte que mantenéis en las artes marciales y haced que el porte que mantenéis en las artes marciales sea vuestro porte ordinario. Esto debe ser considerado con atención. 

El porte físico no es un tema menor, los seres humanos y los animales expresamos en nuestras posiciones corporales lo que genuinamente sentimos. Cambiar la posición habitual es una forma parcial de modificar nuestras emociones. En cambio el animal salvaje tiene dado por instinto su porte de carrera o caza, en el ser humano es un don a desarrollar.

Musashi entiende que la actitud guerrera debe ser cultivada constantemente hasta sea la expresión habitual y natural. Mientras más se la asimila, más se pueden marcar las diferencias entre los momentos sentimentales donde bajamos la guardia y demostramos los afectos tiernos de nuestra personalidad. En cambio el neurótico es una persona débil en la "guerra" y agresiva en la "paz"

autor: Gustavo Maure 
WWW.ELRIVALINTERIOR.COM/ACTITUD
Posición Mental en Combate

Quienes se aferran a la vida mueren, quienes desafían a la muerte sobreviven

 

               Uyesugi Kenshin (siglo XVI)

La posición mental es una de las artes más desarrolladas y trabajadas por los maestros del combate, pero es también lo más difícil de captar, enseñar o transmitir ya que la postura anímica no es observable empíricamente como la postura física y necesita de la expresión verbal de los sentimientos del discípulo para ser corregida. Pero en principio hay que entender qué actitud buscaban los maestros del combate aunque ni ellos mismos pudieran expresarlo con total claridad. 


Un maestro podía trabajar para un shogún entrenando a sus hombres. Pero enfrentaba múltiples desafíos de ronins errantes (samurai sin señor ) que deseaban fama y honor. La derrota era fatal, ya que si conservaba la vida perdía el prestigio junto con los honores y elevados pagos que recibía por sus servicios, por lo tanto los maestros no buscaban peleas ya que le brotaban por todos lados, pero puesto ya en combate, el maestro no esquiva la muerte, sino que va a buscarla. No hablamos de buscar la muerte sino de ir a buscarla , que es algo muy diferente.

Psicológicamente utilizaban la misma técnica que en el arte de la espada. Esta actitud y modo de combate es lo que rescató el maestro Ueshiba cuando creó el aikido; se entra en el golpe del rival desarmando su construcción. Normalmente se esquiva un golpe de espada que ya se ha montado y desarrollado, en cambio aquí se entra en el armado del golpe desarticulando su montaje. Y mentalmente el maestro hacía lo mismo, sorprendía a la muerte, iba a buscarla. Y si moría, moría junto a su oponente. Es la misma actitud del cazador que en lugar de esperar al león va a buscarlo a su guarida, tiene el plante del cazador y no de la huidiza presa.

Para entender esta actitud psicológica, examinemos una cuestión técnica en el duelo de sables largos, el arma más significativa de las artes marciales japonesas. Inmediatamente tendemos a pensar occidentalmente , en poner distancia de la espada enemiga al modo de las múltiples películas que hemos visto sobre los mosqueteros, en Oriente se trata de lo opuesto, sigamos a un maestro, Miyamoto Musashi, en El libro de los cinco anillos .

En la imagen vemos como el guerrero de la derecha,
en lugar de poner distancia "entra" en el armado del golpe
y ataca decididamente usando el puño de la espada 


Ahora transportemos esta idea a la actitud psicológica, el samurai va a buscar a la muerte en el combate, pero la busca para que ella no lo encuentre a él. No le escapa, la ataca. No le teme, la desarma. No es presa de la muerte sino que se convierte en su cazador . ¿Dónde está la muerte? Obviamente en el sable del adversario. No mira el sable, aunque lo tiene en cuenta. Se pega al oponente, siente sus latidos, sus miedos, sus ritmos, le pega fuertemente con el cuerpo, hace que el adversario retroceda y entonces ataca y mata.

El miedo hace poner distancia. Aunque ahora la vida no está en juego, las emociones son las mismas . El deportista tiene miedo al combate simbólico en el que participa. Escapa de sus peligros. Presionado por el triunfalismo occidental busca la victoria escapando de la derrota . En cambio el guerrero oriental solo piensa en morir dignamente, psicológicamente está mucho más adelantado ya que no tiene miedo a perder la vida. El bushi no piensa en términos de éxito o fracaso, sino de dignidad e indignidad en el combate, luchando contra sus miedos busca superarse espiritualmente y aumenta así su eficacia. El jugador encuentra aquí un ejemplo que le permite dar un salto cualitativo cambiando el esquema habitual de pensamiento.

El segundo paso es entender que se es superior si va a buscar a la derrota de la misma forma en que el samurai iba al encuentro con la muerte, desarmándola antes que se arme, atacándola antes que ataque. Debe entonces ir a su encuentro con la misma determinación y decisión que lo hace el combatiente japonés, sin que esto se convierta en una actitud temeraria o de falta de precauciones. ¿Dónde está la derrota? En la raqueta de su adversario... en la mente de su rival. Son actitudes mentales que repercuten en el estilo de juego, en la seguridad y en la iniciativa constante. Como dice el maestro Musashi esto debe ser meditado cuidadosamente.


Veamos un ejemplo, el cine ha rescatado la psicología de policías o guerreros que buscan la muerte por sentirse culpables de un pasado oscuro y simultáneamente tienen el deseo de vivir, a esta conjunción de deseos opuestos el psicoanálisis la llama ambivalencia. Devienen entonces en tremendos guerreros capaces de realizar maniobras de riesgo que una persona normal no podría hacer. En la película El último samurai el militar americano se siente culpable de haber exterminado incontables pieles rojas, comanches, cherokes, apaches y otros. - No sabes lo que he hecho, le dirá al último samurai. Busca su destrucción en el alcohol hasta que hace suya la causa de los guerreros japoneses que van a ser exterminados al modo de los indios del Norte. Su conciencia le dice que merece la pena capital, enfrenta entonces la batalla con el mejor heroísmo de la tradición nipona. Ambivalente, busca la muerte pero sigue aferrado a la vida, descubre entonces la esencia del pensamiento del bushi (guerrero japonés) y deviene en un temible combatiente nutrido del coraje que solo conocen aquellos que han superado la angustia. Al final él mismo se convertirá en el último samurai.


A modo de conclusión sobre los aportes que la actitud del samurai puede hacer al jugador en deportes de enfrentamiento, rescataremos :

•  Todo pensamiento que sacara al guerrero de la escena lo condenaba a una muerte segura. El centro de su mente estaba dirigido al combate y nada podía desviarlo de esta concentración en la que basaba su supervivencia. El pensamiento dirigido al pasado o la angustia por el desamparo presente o como temor ante lo inminente, la muerte, eran ventajas que frente a los crueles guerreros contra los que combatía implicaban derrotas seguras. Ante la realidad de violencia constante, demorar sus pensamientos en acciones pasadas o inquietarse ante el futuro suponían la certeza de su derrota. 

•  Respetar y dignificar al rival parecen burlas en el mundo competitivo actual, pero esta extrañeza es efecto de la degradación del deporte y del vaciamiento espiritual del mismo. Un ejemplo palpable son los instantes que van desde los últimos segundos antes de que suene la campana del último round de una pelea de box, y los diez o quince segundos que siguen. Durante la pelea se matan a golpes, y luego del final se saludan y felicitan mutuamente, e incluso se abrazan como si fuesen amigos, esto no suele darse en el ámbito opuesto como es el del ajedrez que se precia de ser refinado e intelectual pero los oponentes suelen retirarse bastante molestos entre sí. El samurai se relacionaba en una mezcla de amor y odio con el rival. El aikido rescató del kenjutsu, el arte de la espada , la fusión mental con el adversario, no solo se entra en el centro material y físico del ataque sino también en el interior del propio ser del oponente, al que se considera una parte del sí mismo. Antes que el movimiento delate la intención de la estocada el guerrero anticipa el golpe, aún sin mirarlo. Es como un virus, siente y piensa desde adentro del adversario. Entra en su ser, descubre sus fortalezas y las debilita, encuentra sus debilidades y las intensifica. Arma su estrategia a la medida de su oponente. El samurai estaba muy lejos de odiarlo. El odio ciega y se vuelve siempre contra aquel que lo siente. El mismo Padrino de la mafia le enseñaba a su hijo, nunca odies a tu enemigo. 

•  La valía, en tanto actitud psicológica, es e implica dirigir todo el potencial destructivo hacia el adversario, pero dignificado, sublimado, o sea, es un arte de absoluto refinamiento en el ejercicio de la agresividad.

Gustavo Maure

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